jueves, 28 de noviembre de 2013

 Récord para las  cotorras margariteñas


  
Cada año entre marzo a agosto, las cotorras margariteñas (Amazona barbadensis), crían sus pichones en la península de Macanao, en la isla de Margarita. También cada año, los saqueadores y traficantes de aves se dedican a sacar a estos pichones de sus nidos, para abastecer el comercio ilegal de mascotas.

A fin de frenar este tráfico que amenaza al Ave Regional del Estado Nueva Esparta, desde 1989 un equipo de conservacionistas se dedica a proteger los nidos de cotorras ubicados en la quebrada La Chica, su principal área de reproducción. La vigilancia es una tarea ardua y peligrosa de 24 horas diarias, realizada por jóvenes locales agrupados en la Cooperativa EcoGuardianes, bajo la dirección de PROVITA, y con el apoyo de la Policía Municipal de la Península de Macanao, Comando de la Guardia Nacional de Boca del Río, Alcaldía de la Península de Macanao, Ministerio del Poder Popular para el Ambiente del estado Nueva Esparta, Fundo San Francisco, Conservation Leadership Programme, Fundación Empresas Polar, Fundación Loro Parque, y World Land Trust, entre otras instituciones.

Gracias a los EcoGuardianes y a esta gran alianza, el domingo 18 de agosto voló el último pichón bajo protección en el periodo reproductivo 2013, lográndose un total de 77 pichones salvados que logran incorporarse a la vida silvestre este año. Esta cifra es un récord en 24 años de trabajo, que llena de esperanza a todos los involucrados en esta iniciativa.

Más del 95% de los nidos restantes ubicados en otras zonas de la península de Macanao fueron saqueados, por lo que los 77 pichones volados revisten una importancia vital para la conservación de la especie.

La cotorra margariteña es el loro en mayor peligro de extinción en Venezuela, siendo la única especie de su género adaptada a zonas áridas. Solo se encuentra en 4 pequeñas localidades de la costa venezolana y en las islas de Margarita, La Blanquilla y Bonaire. La única población bajo protección es la de Macanao, donde en 1989 sobrevivían unas 650 cotorras, y gracias a la acción interinstitucional y al apoyo de las comunidades, la población silvestre de cotorras ha aumentado a más de 1600 en la actualidad.

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