Una de las vecinas de la comunidad comenta que con esa pizarra explican a los niños todo lo referente a la música.
Dos ventanas con pocos vidrios, una vieja reja y un letrero de madera pintado colgado sobre la pared frontal es la carta de presentación de la Casa de la Cultura de Güinima en la calle principal de ese sector en el municipio Villalba. Esta infraestructura que data de los años ’70, se mantiene de pie por “pilares humanos” que se niegan a dejar que siga en declive.
La Casa de la cultura cuenta con tres áreas para las clases. Ninguno con condiciones y menos implementos para tal objetivo, ni para la formación de futuros cantautores. Las paredes y pisos están deteriorados. No hay aires acondicionados y menos ventiladores, al menos para aplacar el calor. Las puertas de entrada y salida están protegidas con rejas (oxidadas por el salitre).
En el primer salón que queda a mano derecha hay unos cuantos pupitres con las maderas deterioradas y unas sillas plásticas prácticamente inservibles. En esas sillas se sientan a escuchar clases algo más de 20 niños y adolescentes de la comunidad de Guinima, los días lunes y jueves desde las cuatro de la tarde hasta las seis.
En el lado izquierdo de la casa está un pequeño salón que una vez funcionó como aula de clases y hoy está convertido en un depósito de colchonetas amarradas, estantes y algunos muebles del consejo comunal. Al lado hay un reducido local donde la directiva de la Casa de la Cultura de Güinima guarda los símbolos que elaboran para representar las diversiones en diferentes festivales.
El tercer espacio es usado por el consejo comunal para guardar materiales de concreto que utilizan para las obras que ejecutan en el sector, dijo Nancy Marcano, una de las fundadoras de la Casa de la Cultura y uno de los pilares que se mantiene con fuerza para seguir brindando educación y cultura a los niños de Güinima.
De la edificación con un poco más de 30 años resalta el techo de machihembrado, colocado hace dos años. Las ventanas tienen los vidrios quebrados. Los baños están inservibles. El servicio de electricidad funciona a medias, eventualmente.
Marcano siente tristeza por las condiciones en las que desde hace años se encuentra el espacio creado por un grupo de jóvenes cuyo principal objetivo es enseñar y educar para el bien de los niños. Aun con el panorama deprimente sigue allí enseñando cultura, valores y sobre todo a querer y creer lo que hacen diariamente.
Esta mujer con algo más de 60 años relató que la casa de la cultura tuvo “sus buenos momentos”. En los años 80 recibieron ayuda del Ministerio de la Cultura. Luego comenzó a decaer porque los Gobiernos no aportaban para mejorarla. “Pasan gobiernos y nada que hacen para recuperar esta casa”. No obstante, cada día se esfuerzan para enseñar con un solo cuatro las tradiciones del municipio Villalba.
En la parte trasera de la casa hay un anexo, también con las ventanas sin vidrios. Dentro hay tubos de diferentes pulgadas, puertas de hierro, pocetas que son del consejo comunal. Una vieja nevera y una cocina que pertenecen a la casa cultural.
Según Marcano una vez creadas las figuras de consejos comunales, los voceros pidieron le entregaran esa plaza en Güinima. Este espacio también ha servido como alojamiento.
Aun con este entorno deprimente, seis personas de las que iniciaron el proyecto hace 30 años siguen labores y cumpliendo instrucciones del Instituto Autónomo de Cultura del estado Nueva Esparta.
La Casa de la Cultura Guinima nació de la idea de un grupo de jóvenes de la isla de Coche con deseo de cantar y divulgar a través de la música lo autóctono de su pueblo y las diversiones que tanto identifican al municipio Villalba. La propuesta comenzó con una pequeña casa de bloque y cemento. Con el pasar de los años y la ayuda de los mismos creadores fue avanzando para el inicio de clases de canto.
Bajo el lema “Juventud y Cultura” participaron en una de las cumbres donde estuvo el presidente cubano Fidel Castro, cuenta con alegría y una amplia sonrisa en los labios Marcano.
La directiva de la casa de la cultura creó un área al aire libre para el ensayo de las danzas y cantantes. En él hay murales donde aún se puede leer la fecha del primer encuentro nacional de niños realizados entre el 7 y el 15 de octubre de 1989, bajo el eslogan “Aceptamos la vida”.
Del año 1977 está reflejada “Diversión” pescad e la cabaña”, letra y música Jaime Salazar.
Con los ojos llenos de lágrimas Marcano dijo que siente impotencia al ver cómo está el sueño de unos 15 jóvenes en los años ’70. “Esto es un trabajo de años. No la dejaremos caer”.
Augusta Rojas, una vecina de la comunidad expresó que es tanta la voluntad que tienen los niños por aprender, que así sea en una piedra se sientan para ver clases.
A Rojas le da pesar ver cómo ha decaído esa edificación. No obstante, jóvenes y adultos luchan para mantener los valores, lo autóctono y la cultura en la comunidad de Güinima.
Tomado de El Sol de Margarita