miércoles, 2 de octubre de 2013

Nela Ochoa se resiste a los paisajes y la naturaleza muerta y apuesta
 al arte contemporáneo a través del videoarte y las instalaciones.
Foto: TANYA MILLAN

Lo público como escenario para la creación

Nela Ochoa ya se cuenta a sí misma como parte de los artistas que hacen vida en la isla de Margarita, adonde llegó desde Caracas. Una propuesta para promover la exhibición de obras en espacios públicos y en gran formato ocupa su agenda de trabajo estos días.
Indiana Galindo Alonso

 

Nela Ochoa no necesita de  una supercomputadora como la que  Douglas Adams planteó en su Guía del Autoestopista Galáctico para entender a la “vida, el universo y todo lo demás”. Como artista está convencida de que todas las preguntas que se hace el ser humano solo tienen respuesta dentro de él mismo. Y ella no para de buscarlas.
Su obra no es de fácil digestión y siempre invita al razonamiento y la reflexión. En sus manos, las cadenas de ácido desoxirribonucleico se convierten en herramientas de expresión que le permiten construir, aunque solo sea en la obra, un mundo más amable. Así se dio a conocer en su país y fuera de él hasta convertirse en una de las referencias que Venezuela aporta al arte contemporáneo. Pero su planteamiento es mucho más amplio.
“Aquí tengo torsos de baleados” –explica mientras recorre su taller en el rincón margariteño en que decidió venir a vivir desde la atosigante Caracas. Esos “torsos”, especies de sacos que guindará del techo con ganchos de carnicería, tendrán mucho que decir a sus espectadores cuando se encuentren dispuestos tal como se lo imagina en esa instalación que ya comienza tomar forma en su mente, aunque aún no tenga lugar ni fecha.
“El cuerpo encierra toda la sabiduría. Somos pura evolución desde los tres gases del ‘big bang’ hasta hoy. En los genes está escrita la historia de la humanidad”, apunta y aprovecha para aclarar que en estos días el arte está más interesado en comunicar mucho más que la belleza, “incluso el horror”.
Un paso adelante
La gran tragedia –a juicio de Ochoa- es que hay gente que anacrónicamente insiste en “pintar el jarrón de flores o el señor con la pipa”. La búsqueda de nuevos espacios y discursos llevó a la artista a trabajar en el proyecto “Arte Ambulante”, una propuesta que persigue construir “un sistema flexible y dinámico  de exhibición de arte que además brinde puentes arte, espacio  público, turismo y comunidad a través de la interacción cultural”.
El entorno público será precisamente el punto de exhibición de obras a gran formato que se mostrarán, registrarán y documentarán durante un día. En el lugar, el artista hablará sobre el trabajo que presenta y luego compartirá su experiencia con los estudiantes de arte de la Unimar, quienes ayudarán, además, a montar y desmontar su propuesta.
El comité curatorial está integrado por la propia Nela Ochoa, Luis Mata, Juan Portillo y Esther Izaguirre. La idea es presentar una obra mensual desde finales de octubre, cuenta Ochoa, en cuya memoria aún persiste el Collar de Perlas Gigante que Nan González recreó con pelotas de playa blancas en plena bahía de Pampatar, paseado frente al público por un peñero, como testimonio de que querer también es crear.
Los interesados en participar en Arte Ambulante deben enviar una sinopsis conceptual de su propuesta, acompañada por un resumen curricular, fotos del lugar en donde se quiere montar la obra y de maquetas o bocetos, guion de montaje y lista de materiales a: arteambulantemargarita@gmail.com
Vía El Sol de Margarita

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