domingo, 28 de octubre de 2012


En busca de los sabores perfectos

Focaccias, pastas, pizzas y otros platos italianos son las estrellas de Casa Jardín, un lugar que apuesta por el rescate de la tradición italiana.
Indiana Galindo Alonso
José Leonardo Martínez cocina y Giovanni Libertino propone en Casa Jardín, un lugar que intenta sorprender con sencillez.
Fotos: TANYA MILLAN
 Durante dos años, Giovanni Libertino cruzó los dedos para que no vendiesen ese nostálgico local de la plaza Bolívar en La Asunción. De él le gustaba su atmósfera de antaño y también la posibilidad de extender sus mesas al abrigo de los árboles y la brisa asuntinos.
La suerte le sonrió y el local -que también parecía estar esperando por él- fue suyo y lo convirtió, sin pensarlo, en “Casa Jardín”, una “trattoría” que en realidad no es “trattoría”, según explica, pero que comparte con ese concepto de su Italia natal el amor por la mesa tradicional y sencilla.
“Esto no es cocina gourmet”, dijo en una especie de manifiesto de principios a la vez que aclaró que la de su restaurante es comida sin complicaciones, pero bien hecha. Este nativo de Torino no es cocinero, pero cocina y sobre todo come.
“Para saber cocinar hay que saber comer”, dijo sin remilgos y a sabiendas de que la cocina de su país tiene millones de fanáticos en el mundo entero. ¿El secreto? Es muy simple para él: comida muy variada en pocas cantidades, solo así se puede disfrutar de una entrada, un primer, plato, un segundo plato, una ensalada y un postre sin arrepentimientos.
Para Libertino, la restauración es una cuestión de convicción y afición, más que de negocios, al menos eso declaró. Para tomarse las cosas tan a la ligera, comparte sus labores con una distribuidora comercial. Entre él y su esposa Mariela se encargan de ambas cosas, pero casi siempre él está en Casa Jardín.
Las pastas caseras, confeccionadas en una máquina que data de finales de 1800, se sirven entre las 12 y las tres. Eso incluye los solicitados agnolotis (pasta rellena). Las pizzas también son parte de este menú que se decanta por lo tradicional y aquello de “llamar las cosas por su nombre”: “un ragú es un ragú y una bologna es una bologna”, afirmó el italiano que es amante de la historia y es capaz de relatar los orígenes del menú y de sus platos preferidos.
Focaccias y tapas son otra de las opciones de este restaurante, ubicado a pocos metros de la Catedral y que durante las noches permite disfrutar de un buen vino y comida sabrosa con la vieja estructura iluminada como guardiana.
“Todo sería perfecto si también iluminaran el castillo”, lamentó este enamorado de la gastronomía, que de niño soñaba con ser cocinero.

El Sol de Margarita

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