martes, 30 de julio de 2013

Carlos Ávila: oboísta de exportación

El músico margariteño viajó a Canadá con un contrato como profesor de la cátedra de oboe en uno de los núcleos del Sistema de Orquestas Juveniles de ese país, en la costa del océano Atlántico.
Jorely Corona

Ávila se destacó como solista en los últimos años.
Foto: TANYA MILLAN
 La noche de ayer, Carlos Ávila tomó su oboe y una maleta llena de ropa y expectativas positivas rumbo a Canadá. El porlamarense viajó al país del norte con un contrato de dos años para desempeñarse como profesor del Sistemas de Orquestas Juveniles de la provincia de New Brunswick, específicamente en el núcleo de Saint John, en la costa del océano Atlántico.
Ávila estará a cargo de la cátedra de oboe, el instrumento en el que se especializó y que tocó hasta hace unos días como principal en la Orquesta Sinfónica del estado Nueva Esparta. Su currículo convenció a los canadienses, quienes están interesados en duplicar en esa nación el éxito del Sistema de Orquestas Juveniles venezolano.
DEDICACIÓN
Nacido en Porlamar el 19 de septiembre de 1978, comenzó su carrera musical a los ocho años, no por su gusto, sino por disposición de sus padres, quienes buscaban su formación integral. Confiesa
que prefería jugar beisbol y practicar natación, pero los instrumentos llegaron para quedarse en su vida. Comenzó con clases particulares de cuatro y saxofón con el maestro Carlos Villarroel. Luego formó parte de la Banda Show Simón Bolívar con el saxo, y a los 16 años comenzó a tocar el clarinete y luego el oboe en la Orquesta Sinfónica.
Tres años después se fue a estudiar ingeniería aeronáutica en Maracay e ingresó al Conservatorio de Aragua, allí tocó con las orquestas juvenil y profesional de esa entidad. A los 21 años regresó a la Isla, y al año siguiente concursó y pasó a ser el oboe principal de la Orquesta Sinfónica neoespartana. En esa época también cursó estudios en el Conservatorio de Caracas y se destacó como solista. Esta oportunidad es la realización del sueño de Ávila y su esposa Daniela, quienes llevan dos años estudiando francés y perfeccionando el inglés para emigrar en busca de nuevas experiencias profesionales.
Tomado de El Sol de Margarita

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