José Guaiquirian es un margariteño orgulloso de sus ancestros indígenas
Desde hace 25 años este tuborense labora en la fundación la salle, en Punta de Piedras. Por ser pescador se le contrató en apoyo a actividades marinas. Luego se metió en un “mar” de conocimientos, hasta llegar a ser asistente en investigación.
Yanet Escalona
Es nativo de Punta de Piedras, municipio Tubores.
Foto: VANESSA RANGEL
Rasgos indígenas, tez morena y alma y origen guaiquerí definen a José Guaiquirian, un margariteño que afirma estar orgulloso de sus ancestros indígenas. Nació en Punta de Piedras, municipio Tubores, el 26 de septiembre de 1971. Cursó la primaria en la escuela del pueblo, antes llamada grupo escolar Tubores y hasta allí llegó su formación académica. Las necesidades económicas del grupo familiar lo llevaron en plena adolescencia a trabajar la pesca junto a su papá, José Salazar.
Los caminos azules y las necesidades económicas lo llevaron a la faena pesquera. “Salí de sexto grado y a partir de entonces me fui a trabajar a la isla de Cubagua, trabajábamos con las redes de ahorque…sacábamos carite, cabaña, de todo un poco”.
Confiesa que hay dos etapas vividas que en lo personal resume de Cubagua, La primera que califica de muy dura, con una faena pesquera fuerte, a la cual recuerda con escaso cariño. La otra visión es la que más disfruta con una Cubagua que visita, explora y también ama. Es como sentir esa belleza natural, energía limpia y hasta la historia que rodea a Cubagua con un pasado de perlas, brillo y decadencia dentro de esa Nueva Cádiz pionera.
Con inquietud de ahondar en sus raíces margariteñas, José Guaiquirian ha empezado a escudriñar sobre su pasado. Es hijo de padre pescador, nativo de Punta de Piedras y de Julia Guaiquirian, una india que venía de Anzoátegui y se estableció en Tubores. Entre la faena pesquera conoció a quien sería su marido y quien se enamoró de ella. Deleitaba su mirada al ver esa mujer recia, cargando con las maras (cestas) de pescado y de mucha simpatía. Padres que le transmitieron querencia por el trabajo y la insularidad.
Inicios laborales
Al salir de sexto grado José Guaiquirian se dedica a la pesca y tiempo después, en plena adolescencia, junto a un amigo se entera que en la Fundación la Salle estaban buscando personas que conocieran de la pesca. Acudió a buscar ese trabajo y fue contratado, hasta el sol de hoy. Han transcurrido 25 años desde entonces y allí ha ejecutado variadas tareas tanto en el Museo Ocenaológico “Hermano Benigno Román”, hasta en apoyo a la antropóloga Bernarda Escalante con las comunidades de los waraos en tierra firme. Actualmente ocupa el cargo de asistente de investigación en el Campus Margarita de La Salle.
Poeta y compositor
En su tiempo libre compone y hace poesía. El mar es una especie de musa para la inspiración. Varios cantantes margariteños han grabado sus canciones. Entre ellos los tuborenses Ángel Tomás Figueroa, conocido en el medio artístico como el “Tumbalele” y Alejandro “Pelón” Hernández. Le encantan los géneros tradicionales como la jota, el polo y la malagueña.
-También me he inspirado en el pueblo indígena Warao con el cual tuve la oportunidad de convivir durante nueve años en el delta del Orinoco. A los waraos les dedico poesías.
-¿Cómo te sientes de ser un guaiquerí?
-Para mí es orgullo y más bien ahora estoy dedicando tiempo a investigar más sobre mis ancestros. He comenzado por mí mismo, sobre mis padres y así poder comprender aún más la esencia de mi pasado.
Entre las personas que admira y que considera ha sido un gran apoyo, destaca a la antropóloga Bernarda Escalante, miembro activo de la Flasa y experta en las comunidades waraos.
Para comprender al guaiquerí es bueno remitirse a lo explicado por la antropóloga Cecilia Ayala Lafée. “Los Guaiqueríes insulares y continentales emergen en el panorama histórico del Viejo Mundo en 1498, con el tercer viaje de Colón. Desde el mismo momento que la Corona española emprendió la empresa de la conquista y colonización de América comenzaron a llamar a toda la región: Nuevo Mundo. Sin embargo, para el guaiquerí, lo único ‘nuevo’ perceptible era ese “otro individuo” que venía a coexistir en sus espacios ancestrales (…) sobrevivieron a la conquista y sus consecuencias: el despojo de una gran parte de sus tierras, el mestizaje, y la amenazante aculturación, tres factores que influenciaron su cultura, modo de vida y relaciones con el espacio”.
Tomado de El Sol de Margarita
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