jueves, 18 de julio de 2013

Los cuentos también se saborean

De la mano del escritor Heberto Gamero Contín, se llevó a cabo una cata literaria en la que los asistentes analizaron relatos breves de autores reconocidos. El fin de estos encuentros es afinar el gusto por la narrativa.
Jorely Corona
 
Los asistentes analizaron relatos de Ernest Hemingway y de Raymond Carver.
Foto: CORTESÍA
  Ya son tres los talleres para “Aprender a escribir un cuento” que el escritor Heberto Gamero Contín ha dictado en la isla de Margarita. Más de 50 personas han participado y quedado con el sabor en la boca por seguir ahondando en los relatos breves de ficción. Por ello, su facilitador decidió implementar en territorio insular una práctica que realiza desde hace 10 meses en Caracas: “La cata de cuentos”.
“Es como cursar un nivel más avanzado del primer taller, porque nos dedicamos durante dos horas a analizar cuentos más complejos, bajo los lineamientos que enseñamos”, aseguró Gamero, quien preside la Fundación Aprende a Escribir un Cuento (FAEC).
En esta oportunidad los asistentes, todos extalleristas, abordaron los cuentos; “Un lugar limpio y bien iluminado” de Ernest Hemingway y “Vecinos” de Raymond Carver.
PRÁCTICAS VITALES
El escritor caraqueño, quien vive entre la capital y la isla de Margarita, habla con gusto cuando se trata de impartir los conocimientos que ha adquirido en su tránsito literario. Tiene dos recomendaciones muy claras para quienes desean incursionar en narrativa: leer y escribir mucho.
“Para leer se puede aprovechar el tiempo en que echas gasolina, esperas en un consultorio o el que invertirías en ver televisión”, sugirió a las personas más ocupadas.
En cuanto a escribir, aseguró que hay que hacerlo “sobre lo que te guste, para que el resultado sea algo honesto”.
Está convencido de que para ser escritor se necesita disciplina. “No hacemos nada con una persona que tenga un gran talento si no está dispuesto a sentarse varias horas frente al computador, en cambio alguien que no tenga ese gran talento, pero está dispuesto a sentarse seis horas diarias, logrará ser un gran escritor”.
Tomado de El Sol de Margarita

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