Entre el deporte y el arte: la diversión
Daniela Phelan y Nacho Macaggi son un par de enamorados de las acrobacias en dúo, las telas y las artes corporales que se encuentran en la isla de Margarita compartiendo sus secretos para lograr cuerpos más atléticos y ágiles sin renunciar al entretenimiento.
Indiana Galindo Alonso
Daniela Phelan asegura que todo el mundo se puede apuntar a la práctica de las acrobacias en telas si se lo propone. Un poco de confianza en sí mismo es indispensable.
Fotos: TANYA MILLAN
Daniela Phelan tiene el cuerpo flexible y ágil de aquel que durante su infancia conoció los avatares de la gimnasia. En ella nunca desapareció el interés por explorar sus límites físicos y mentales. Por eso se enamoró a primera vista de las acrobacias en telas cuando llevó a una primita a una función de ballet.
No había pasado una semana y Phelan ya estaba guindada a unos cuantos metros de altura en la escuela Fundamovimiento en Caracas.
La distancia al piso se hacía cada vez mayor durante el año y medio que se mantuvo aprendiendo los secretos de esta práctica, hasta que un día ella misma se vio enseñando a otros los secretos de su pasión.
Compartido es más divertido
La joven caraqueña estaba de vacaciones en Buenos Aires cuando vio a un grupo de gente practicando “Slackline” (equilibrio sobre una cuerda) y se le ocurrió preguntar si alguien se apuntaba a hacer acrobacias en dúo. Así conoció a Nacho Macaggi, su compañero de piruetas y de camino.
“Nacho estaba muy básico entonces, yo le enseñé algunas cosas que sabía y así comenzamos”, recordó la acróbata hoy con el azul de playa Parguito como telón de fondo.
Luego de ese encuentro en la capital argentina Daniela regresó a Caracas, decidida a reunir el dinero necesario para volver a la ciudad rioplatense a formarse en cursos especializados de cuya existencia supo por Macaggi. Un año y medio vivió allá, compartiendo su tiempo entre su trabajo y las acrobacias.
Él cuenta que en su casa el tema del circo estaba presente y aunque siempre fue una persona activa e interesada en los deportes, no fue sino hasta hace tres años que decidió darle rienda suelta a su curiosidad. Ahora la pareja comparte esta pasión por la acrobacia.
Ella lo complementa con las telas, mientras que él dedica tiempo a los malabares.
Los jóvenes vinieron a parar a la isla de Margarita movidos por su interés de compartir sus conocimientos en estos artes que se disputan espacios con el deporte en un lugar en el que también pueden disfrutar de la naturaleza.
Gracias a las acrobacias en dúo dicen haber aprendido más el uno del otro.
“Es algo muy sano, que exige mucha actividad física y confianza”, dijo Daniela luego de haber protagonizado algunas figuras a orillas del mar y justo antes de enredarse en sus telas bajo las palmeras de playa Parguito.
Lo que le gusta a Macaggi es la transformación que implican las acrobacias, cambiar de una forma a otra por la participación de los dos.
Tomado de El Sol de Margarita
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