jueves, 31 de enero de 2013


“Gato” Gallardo se sube al tejado de la margariteñidad

Nació en caracas y vivió u adolescencencia en Maracay. A los 20 años se dejó cautivar por Margarita. Un contrato inicial con su banda de jazz en el floreciente hotel Concorde lo hizo aterrizar en la “Perla del Caribe”.
Yanet Escalona
Sergio "Gato" Gallardo transmite sus conocimientos al dictar una Clínica de Percusión.
Foto: CHRISTIAN ZERPA
 La afición por la música le viene a Sergio Sánchez  Gallardo de familia; un núcleo maravilloso en el que a todos les gusta una rumba, inclusive a su abuela Carmen y a su mamá Hortesia, quien hasta para limpiar la casa ponía a todo volumen el jazz y a la movida Billo’s. Sin embargo, el nombre artístico de  Sergio “Gato” Gallardo  no le viene de esa cuna bonchona, sino de su agudo llanto  que cuando era bebé retumbaba a la redonda. A su mamá le comenzaron a preguntar qué gato era ese que maullaba tanto, uenta entre risas el afamado  percusionista.
Sergio Gallardo nació en Caracas y desde los siete años comenzó sus estudios de percusión, bajo la guía de Carlos Julio Ramírez. Luego se mudó a Maracay, donde ya adolescente integró bandas jazzísticas. Tenía 20 años cuando recibió la propuesta de venir a tocar a la Isla, junto a otros músicos que participaban en el Festival de Jazz de Aruba. Integraba la agrupación “Yarex” y la gran noticia fue la firma de un contrato que les permitía presentarse  en el  hotel Concorde, el mejor de la época en Margarita. Qué bueno es recordar, casi exclama con su mirada. Se ve a sí mismo joven y bohemio, contrato en mano. “Éramos once músicos de Maracay. Nos dieron un contrato de tres meses, incluyendo el alojamiento y la comida”, cuenta remontándose a esa veintena de años atrás. “Nos vinimos a esa aventura en Margarita. Era todo un privilegio. La historia iba muy bien, hasta que se nos acabó el contrato y cada uno tuvo que agarrar por su lado”. Sin embargo, al “Gato” le pasó algo peculiar: se prendó de la Isla.
-A pesar de que no había centros comerciales, ni una vida citadina, sentí la buena energía del gentilicio local. Recurrí al trabajo independiente para abrir camino, dijo.
Confiesa que “pasó las de Caín”, pero no desmayó. Formó una pequeña banda de jazz que se llamó Karijam. “Era un sexteto y nos presentábamos en sitios nocturnos, entre éstos La Perinola y Le Botiquin”.
Al ritmo de la salsa
Transcurrían esos años hasta que en el Festival de Salsa que se realizó en la Isla, Oscar D’ León descubre al “Gato” y a su banda. Vinieron los toques por el mundo junto con el salsero mayor desde finales del 94 hasta 1997.
-Aprendí muchísimo. Hasta la fecha le debo mucho al señor Oscar D’ León como persona y como músico. Para mí ha sido un maestro y reconozco que marcó mi carrera profesional, porque además también conocí a artistas de renombre. Considero que él ha sido un embajador  cultural de Venezuela en el mundo.
Nuevo ciclo
En el interín de las giras que lo llevaron a Europa, Estados Unidos e islas del Caribe el “Gato” Gallardo siempre buscaba el momento de regresar a Margarita.
-Cerré mi ciclo con Oscar D’ León en mi búsqueda de otros géneros e investigo la música étnica.
Comenzó a profundizar en la  Música del Mundo (World Music, en su término en inglés), también llamada música universal o música global. Un género contemporáneo que integra toda la música tradicional o folclórica, música popular, música étnica y otros géneros locales, en el contexto mundial. La era de la globalización, las redes sociales, fusión y nuevas tendencias durante los últimos años han captado la atención de Gallardo.
-Exploro nuevos horizontes, con un ritmo de trabajo bastante fuerte, explica, mientras acaricia un instrumento que lleva consigo en la entrevista, llamado Udu, de origen marroquí, pero que también suena en Irán y la India. Para este percusionista la vida es un aprendizaje. No se queda con  el conocimiento, sino que lo transmite a niños y adultos, mediante talleres. Dispone de su página web para dar pistas sobre su trayectoria (pero, menos sobre su edad).
-Trabajamos el proceso de retroalimentación y de redescubrirnos desde nuestros ancestros, a través de elementos de percusión. Un necesario viaje a nuestra raíces…
Sergio “Gato” Gallardo con el UDU. Cree en los métodos de Emile Jaques Dalcroze, compositor y pedagogo nacido en Viena en 1865,  quien  inventó una serie de ejercicios para mitigar la carencia de musicalidad que encontró en sus alumnos y desarrollarles el sentido auditivo y rítmico. Les hacía experimentar mediante ejercicios que combinaban movimiento físico con audioperceptiva, empleando el cuerpo como instrumento musical primario, permitiendo controlar sus energías en tiempo y en espacio. Gallardo lo siente igual en intensidad musical, reír, amar o bailar con los sentidos.

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