domingo, 27 de enero de 2013


Un rincón para el disfrute de lo natural

Jugos de naranja, agua, un “Red Bull natural” y hasta una buena conversación
puede obtener de visitar el puesto “La Cotorra Margariteña” en Playa La Caracola.
Andreína Moros Machado

Lima fusiona en su vida los elementos de la naturaleza con sus creencias religiosas.
 Amante confeso de la flora y la fauna. El “navegado” Franklin Lima aprendió a aprovechar al máximo las propiedades de las plantas y los recursos naturales y así lo hace en su puesto de hidratación en Playa La Caracola, “La Cotorra Margariteña”.
Vende jugos de naranja, naranja con sábila y sus famosos “Red Bull Naturales”, una mezcla entre naranja, cristales de sábila y jengibre.
Convive y trabaja desde el año 1983 en su puesto en La Caracola. Allí vivía y fue allí donde crió por un tiempo a sus hijas. Ahora reside en el sitio de forma interdiaria y en temporadas lo hace siempre, “para evitar las colas desde Villa Rosa -donde tengo mi casita- hasta acá.
Además de la venta de jugos, cuyos precios van de Bs. 15 a 25, y el agua a Bs. 10, cuenta con máquinas de ejercicio para acondicionarse al aire libre.
Por agua y el uso del gimnasio cobra tan solo diez bolívares, pero la tarifa es flexible. “La otra vez hubo alguien que me dijo solo tenía cinco, y los recibí. Es mejor cinco que nada”, refiere mientras interrumpe la conversación para acariciar a uno de sus fieles compañeros. Además del mar, las aves y la luna, son sus fieles acompañantes una pareja de perros mestizos con quienes comparte sus días y eventuales noches y a quienes alimenta e hidrata como si fuesen sus hijos. “Son mis amigos, me acompañan siempre, además son muy cariñosos. Ellos no le hacen daño a nadie”, sentencia.
PARA EL RECUERDO
Además de contar con el agradecimiento de quienes a diario realizan actividades deportivas en La Caracola y consumen sus productos, Franklin Lima recuerda como momentos que lo marcaron, cuando una tortuga marina desovó ahí al lado de su puesto y cuando pudo estar junto a una familia de delfines que pasó por la playa.
Al recordar ambas ocasiones el brillo en sus ojos y una sonrisa inigualable se adueña de su rostro.
Su preocupación por proteger a los animales en uno de los preceptos en los que rige su vida.
Tomado de El Sol de Margarita

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