miércoles, 27 de marzo de 2013



Elena Salinas
CON EL CORAZÓN PUESTO EN EL NAZARENO

Desirée Depablos
Fotos: José Voglar  

        Desde que tuvo uso de razón Elenita Salinas vistió  al Nazareno de La Asunción, ahora la responsabilidad ha quedado en manos de su hija Lorena Marcano que con el mismo amor y fe sigue una tradición que viene de generaciones pasadas.
       Contaba la señora Elena que desde hace más de 100 años, llegó el Nazareno de España como un obsequio de su tío Monseñor Juan Miguel Láres, para su hermana Isabelita, que le había un pedido un “Nazarenito”. La imagen sorprendió por su belleza y se quedó para sustituir al Nazareno que ahora  está en la casa de la Familia Espinoza. “Mi abuelo era el primero que arreglaba al Nazareno, después enseñó a mi mamá y ella me enseñó a mí”, comenta Lorena.
       “Con el corazón puesto en el Nazareno así me enseño mi padre, así enseñe a mis hijos y a mis nietos, para nosotros el Nazareno, es la vida, el es perfecto, yo he visto Nazarenos en diferentes partes del mundo pero ninguno como este”, decía con orgullo Doña Elenita.
Cada día se hace más difícil limpiarlo, se va poniendo más oscuro por el hollin de los carros que entra por la ventana de la iglesia. El secreto de la limpieza del Nazareno es un secreto que la familia guarda celosamente.
            Pero hay otras cosas de las que poco se ha hablado, Elena Salinas fue educadora, trabajó en el grupo Panamá en La Guaira y también en el grupo Bolivia en Caracas. Luego fue secretaria de Obras públicas en la Gobernación durante 30 años, “tuve 17 jefes, todos hombres y una sola mujer. Allí no había archivo y yo fui quien lo organizó,  ganaba 2.300 bolívares al mes y me jubilaron con 80 mil bolívares en el 82.   
        Mi madre era panadera, murió  a lo 92 años,  iba de  aquí a Juangriego a pie con su mara en la cabeza caminando, vendiendo pan y regresaba en la tarde. Hizo casi 2000  viajes en esa época. Mi padre era repostero,  hacia unas tortas hasta de 7 pisos que costaban 300 bolívares. Era un trabajo de pastillaje que demoraba entre una semana y 15 días para que se secara una figura.
        Viendo a su padre, Elena aprendió y también comenzó a trabajar en repostería. “Hace poco se me acercó una señora y me dijo: usted hizo hace mas de 40 años  mi torta de matrimonio,  usted tiene buena mano porque todavía mi matrimonio sigue en pie”
        Doña Elena fue muy fiestera según comenta su hija Lorena, “ella y mi abuelo eran los más fiesteros, los primeros carnavales de Margarita fueron aquí en La Asunción como en lo años 70 y llegaron a tumbar a los de Carúpano, cerraron la calle Larez hasta arriba y eso lo llamaban La Boca del Lobo, se hacían grandes espectáculos y todas las calles tenían su baile. Un día llegó mi mamá toda sucia y con un mapire, y mi abuela le pregunta ¿De donde sacaste tu eso?, bueno me lo regalaron por ahí, dijo.
          Tenía naranjas, mangos, jugos, plata, hasta una arepa llevaba, el mapire se lo pidió a un muchachito que le llevaba la comida a su papá   para el conuco, al otro día se apareció el niño y mi mamá le llenó el mapire con panes de a puya y le dijo ¡toma llevale a tu papá y dile que no te regañe que mi hija es muy sinverguenza!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario