miércoles, 27 de marzo de 2013



Hoy se celebra el Día Mundial del Teatro

Desde 1961 se conmemora en Venezuela el Día Mundial del Teatro; sin embargo, fue durante la presidencia de Carlos Andrés Pérez, que se decretó la celebración oficial de este día con la firma de una resolución el 13 de junio de 1978.

Desde entonces, cada 27 de marzo honramos la profesión sobre las tablas que indudablemente se ha adueñado, con el paso del tiempo, de un espacio importante en el marco del entretenimiento y la cultura en nuestro país. Hoy, el teatro es tan importante en la vida de los venezolanos, que se ubica como trendig topic o temas del momento, de twitter.

El teatro venezolano ha traspasado las fronteras con obras de reconocidos dramaturgos como Rodolfo Santana, José Ignacio Cabrujas, Edilio Peña, Isaac Chocrón, Román Chalbaud, Mariela Romero y Ricardo Acosta que han sido representadas en el exterior. El grupo teatral “Rajatabla” tiene un lugar no solo en el panorama cultural nacional, sino que su talento es ya conocido a nivel internacional.

Es tradición que cada año el Instituto Internacional de Teatro de la Unesco (ITI), encomiende un mensaje para la comunidad teatral y este año le tocó al dramaturgo y  actor  italiano, Darío Fo, Premio Nobel de Literatura de 1997. Estas fueron sus palabras para celebrar el Día Mundial del Teatro 2013

El manifiesto firmado por Darío Fo desnuda los temores del poder ante el teatro y las representaciones simbólicas

Hace mucho tiempo, el poder tomó una decisión intolerante contra los cómicos, a los que expulsaron del país. Actualmente, actores y compañías teatrales tienen dificultades para encontrar escenarios públicos, teatros y espectadores, todo por culpa de la crisis.
Los dirigentes, por lo tanto, ya no está preocupados por controlar a aquellos que los citan con ironía y sarcasmo, ya que no hay sitio para los actores, ni público al que dirigirse.
Por el contrario, durante el Renacimiento, en Italia, los que gobernaban tuvieron que hacer un esfuerzo importante para mantener a raya a los cómicos, pues reunían a un público abundante.
Se sabe que el gran éxodo de actores de La Commedia dell’Arte tuvo lugar en el siglo de la Contrarreforma, cuando se decretó el desmantelamiento de todos los espacios teatrales, especialmente en Roma, donde fueron acusados de ofender a la ciudad santa. En 1967, el Papa Inocente XII, bajo la presión de insistentes requerimientos del sector más conservador de la burguesía y de los máximos exponentes del clero, ordenó la eliminación del Teatro Tordinona que, según los moralistas, había acumulado el mayor número de representaciones obscenas.
En la época de la Contrarreforma, el cardenal Borromeo Carlos, que estuvo activo en el norte de Italia, se consagró a la redención de los niños milaneses, estableciendo una distinción entre el arte, como máxima expresión de educación espiritual y el teatro, como manifestación profana y vanidosa. En una carta dirigida a sus colaboradores, que cito de memoria, se expresa más o menos así: “Los que estamos a favor de la erradicación de las malas hierbas, hemos hecho lo posible por quemar textos que contienen discursos infames, para extirparlos de la memoria de los hombres, y al mismo tiempo perseguir a todos aquellos que divulgan esos textos impresos. Evidentemente, mientras dormíamos, el diablo maquinó con renovada astucia. ¡Hasta qué punto es más punzante en el alma lo que los ojos pueden ver que lo que puedan leer en los libros de ese género! ¡ Hasta qué punto es más devastador para las mentes de los adolescentes y de los niños la palabra hablada y el gesto apropiado que una palabra muerta impresa en un libro! Por lo tanto, urge expulsar de nuestras ciudades a esas gentes del teatro, como ya hicimos con las almas indeseables”.
Por lo tanto, la única solución a la crisis se basa en la esperanza de que se organice una gran caza de brujas contra todos nosotros y especialmente contra la gente joven que desea aprender el arte del teatro: una nueva diáspora de cómicos que, desde tal imposición, sin lugar a dudas, provocará beneficios inimaginables para el bien de una nueva representación.
Traducción: Fernando Bercebal

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